Hace muchos años había en la TV porteña un ciclo ineludible: "Sábados de súper acción". Tres películas encadenadas en plena siesta/tarde, de los más diversos géneros. Joyas del cine. En uno de aquellos inviernos saltó a la pantalla "El increíble hombre menguante". Al protagonista lo afecta una nube radiactiva y paulatinamente va haciéndose pequeño. Le pasa de todo. Al chico, asombrado por la potencia de la historia y por los efectos especiales -una novedad por aquellos tiempos- se le escapó la segunda lectura. Esa referida a los temores que provocaba la amenaza nuclear en un mundo bipolar. "El increíble hombre menguante", dirigida por Jack Arnold, era una extraordinaria metáfora.
Con los años, el chico descubrió que detrás de la película había una novela escrita por Richard Matheson. Y se lanzó a la búsqueda de ese y de otros títulos del autor. El primer encuentro, casi obligado, fue con el futuro distópico de "Soy leyenda" (¿quién escapó al filme con Will Smith?). Y de allí saltó a "La casa infernal", relato de fantasmas ambientado en una mansión gótica que es lo que deber ser: escalofriante. Fue imposible dejar de leer a Richard Matheson, y de su mano, a infinidad de escritores influenciados e inspirados por esos relatos soberbios y originales.
Resultó imprescindible, entonces, descubrir que Matheson había nacido el 20 de febrero de 1926 en Nueva Jersey, que peleó en la Segunda Guerra Mundial y que obtuvo la licenciatura en Periodismo antes de convertirse en uno de los más prolíficos y disfrutables autores de terror y ciencia ficción del siglo XX. Murió el domingo pasado. Vale darle las gracias por aquella tarde de súper acción.